Riviera estaba sentado, inmóvil, sobre el colchón de espuma, con el brazo derecho extendido en línea recta a la altura del hombro. Una serpiente de escamas enjoyadas, de ojos como rubíes de neón, estaba apretadamente enrollada a unos pocos milímetros de su codo. Case observó cómo la serpiente, que era del diámetro de un dedo, y tenía bandas negras y escarlatas, se contraía lentamente, cerrándose alrededor del brazo de Riviera.
-Vamos -dijo el hombre con voz acariciadora al pálido y ceroso escorpión que tenía en la palma de la mano-. Vamos... -El escorpión movió las garras oscuras y subió corriendo por el brazo, siguiendo las tenues y oscuras líneas de las venas. Cuando llegó a la altura del codo, se detuvo y pareció que vibraba. Riviera emitió un suave sonido sibilante. El aguijón asomó, tembló, y se hundió en la piel que cubría una vena abultada. La serpiente de coral se distendió y Riviera exhaló un lento suspiro.
Entonces la serpiente y el escorpión desaparecieron, y Riviera sostenía una jeringa de plástico lechoso en la mano izquierda. -«Si dios hizo algo mejor, se lo guardó para él.» ¿Conoces la expresión, Case?
Fragmento extraído de Neuromante, 1984, por William Gibson.
20 de octubre de 2010
Ficción o realidad
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Pájaro-que-da-cuerda
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No hoygans in da house, gracias