12 de febrero de 2012

Sin título

     No sé cómo empezar esto. Quiero hablar sobre música, sobre cómo me hace sentir. Quiero escribirlo, pero me cuesta expresarlo; la idea es general pero me cuesta plasmarla línea a línea. Escribo este esbozo sin futuro mientras suenan unas trompetas derramando lágrimas, gritando al vacío por un motivo que desconozco pero que comprendo perfectamente. La voz del vocalista suena más allá de mis oídos; parece que suena dentro de mi cabeza, pero está más allá. La forma de alargar las palabras me transporta momentáneamente a otros parajes. Me inspira. Me llena. Si existe lo que algunos llaman alma, la música ha penetrado hasta ella y la acaricia sin cesar. El cuerpo flota como el helio y la mente viaja sin límites a lugares que no son de esta realidad. Conciencia pura. Las palabras surgen solas, ni siquiera miro lo que escribo. Como un baile tribal, la melodía me eleva a nuevos estados de conciencia. Pienso en lo que estoy escribiendo, y en lo que podrá pensar la gente que lo lea. En parte me da vergüenza. Pero no importa, esto es necesario. ¿Soledad? Quizá nadie lo siente de esta manera. No me avergüenzo de ello, por eso sigo escribiendo. Pongo otra canción, esta vez incluso me resulta difícil escribir, mantener la atención. Me está llevando. Tira de mí y me invita a adentrarme en el laberinto del subconsciente. Me tomo mi tiempo entre frase y frase. No tiene sentido, escribo lo primero que pienso. ¿Y qué? ¿Acaso debo esconderme? Esto me define como individuo y lo demás no me importa. El bombo me dice que no siga escribiendo, que me vaya a danzar con él, con las cajas de madera y todos los demás. Que me aleje de esta existencia por un instante y descubra infinitas maravillas. Se acaba la canción y vuelvo a esta realidad. Me da el bajón y pienso que no escribiré más. Pero después de un rato, encuentro la canción que estaba buscando. Me animo y escribo esto del tirón con una enorme sonrisa. Lo que puede dar de sí la música. Comprendo perfectamente el sufrimiento del cantante, la protesta de los instrumentos; el puro sentimiento del tema se introduce en mí. Se vuelve a terminar la canción. Todo este momento ha sido irreal, pienso. Ya se acabó. De nuevo entra un tema y la musa reaparece. Se proyecta ante mí y maneja con finos hilos mis inertes dedos. Un canto esperanzador, positivo, que resuena por toda la habitación. Definitivamente, el frenesí ha desaparecido. Estoy más consciente, como si hubiese estado poseído. Me como unos pistachos. La verdad es que ha sido como una ilusión, como si no hubiese pasado. No sé si quería escribir esto. Sólo desahogarme y plasmar esa sensación. De una tirada. Si no te ha gustado… es una pena.



- Los comentarios son muy valorados. Gracias por leerme.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ajajajaja me quedo con los pistachos ricos ricos
dub fever forever freud! yo te comprendo! si te gusta escribir... escribelo sin duda claro! animo!

Robby dijo...

"Si existe lo que algunos llaman alma, la música ha penetrado hasta ella y la acaricia sin cesar." Buena esa!! Y la de los pistachos.. ya me lo explicarás jajaja

Pues eso dijo...

Si no te ha gustado...es una pena
Si no sientes la música...es una pena;)

... .. .... ......!X

Tu opinión importa, deja un comentario.

No hoygans in da house, gracias

 
 
Licencia de Creative Commons
Está usted repostando Super by Waipy is licensed under a Creative Commons License.
Background design by bloodtears916.