7 de noviembre de 2014

El poder

El siguiente fragmento pertenece a Rebelión en la granja, obra del maestro George Orwell publicada en 1945. El libro muestra la corrupción derivada por la obtención de poder, más concretamente centrándose en el régimen comunista y totalitario de Stalin en la Unión Soviética, utilizando animales de una granja como metáfora de éste régimen. Para situarnos, simplemente aclarar que los animales se rebelan contra su amo Jones, y son los cerdos los que toman las decisiones de esa sociedad animal por ser los más inteligentes.

    El misterio del destino de la leche se aclaró pronto: se mezclaba todos los días en la comida de los cerdos. Las primeras manzanas ya estaban madurando, y el césped de la huerta estaba cubierto de fruta caída de los árboles. Los animales creyeron, como cosa natural, que aquella fruta sería repartida equitativamente; un día, sin embargo, se dio la orden de que todas las manzanas caídas de los árboles debían ser recolectadas y llevadas al guardarnés para consumo de los cerdos. A poco de ocurrir esto, algunos animales comenzaron a murmurar, pero en vano. Todos los cerdos estaban de acuerdo en este punto, hasta Snowball y Napoleón. Squealer fue enviado para dar las explicaciones necesarias.
    -Camaradas -gritó-, imagino que no supondréis que nosotros los cerdos estamos haciendo esto con un espíritu de egoísmo y de privilegio. Muchos de nosotros, en realidad, tenemos aversión a la leche y las manzanas. A mí personalmente no me agradan. Nuestro único objeto al comer estos alimentos es preservar nuestra salud. La leche y las manzanas (esto ha sido demostrado por la Ciencia, camaradas) contienen substancias absolutamente necesarias para la salud del cerdo. Nosotros, los cerdos, trabajamos con el cerebro. Toda la administración y organización de esta granaja depende de nosotros. Día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien tomamos esa leche y comemos esas manzanas. ¿Sabéis lo que ocurriría si los cerdos fracasáramos en nuestro cometido? ¡Jones volvería! Sí, ¡Jones volvería! Seguramente, camaradas -exclamó Squealer casi suplicante, danzando de un lado a otro y moviendo la cola-, seguramente no hay nadie entre vosotros que desee la vuelta de Jones.
    Ciertamente, si había algo de lo que estaban completamente seguros los animales, era de no querer la vuelta de Jones. Contra todo lo que se presentaba bajo esa posibilidad, no tenían nada que argüir. La importancia de conservar la salud de los cerdos era demasiado evidente. De manera que se decidió, sin discusión alguna, que la leche y las manzanas caídas de los árboles (y también la cosecha principal de manzanas cuando éstas maduraran) debían reservarse para los cerdos en exclusiva.

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