13 de septiembre de 2014

Ningen Shikkaku

    La irracionalidad... me producía un cierto placer. Mejor dicho, me hacía sentir cómodo. El seguir las normas establecidas me parecía mucho más temible -me parecía que había en eso algo tremendamente poderoso-, era un mecanismo incomprensible; no podía continuar sentado en esa habitación fría y sin ventanas. Fuera se extendía el océano de la irracionalidad, y lanzarme a nadar en sus aguas hasta morir se me hacía más placentero.
    Existe la palabra «marginados», que denota a los infelices, a los fracasados y a los descarriados en la sociedad humana; pero yo creo que lo soy desde el momento en que nací. Por eso, cuando me cruzo con alguien calificado de «marginado», de inmediato siento afecto por él. Un afecto que llena todo mi cuerpo de un arrobamiento de ternura.
    También existe el término «conciencia de delincuente». Al estar en la sociedad humana, toda la vida he sufrido de esta conciencia; pero ha sido mi fiel compañera, como una esposa en tiempos de pobreza, y ambos hemos compartido nuestras miserables diversiones. Puede que ésta haya sido mi actitud en la vida.

Fragmento de Indigno de ser humano, 1948, por Osamu Dazai.

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