Hemos sido creados como público y es nuestra tarea mirar el universo, admirarlo y celebrarlo, porque si el universo no fuera visto, sería como un teatro vacío.
Ray Bradbury.
11 de enero de 2016
Teatro
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15 de diciembre de 2015
6655321
-Ah, pequeño 6655321, siéntate. -Y a los chasos-: Esperen afuera, ¿quieren? -Y eso hicieron. Luego me habló con aire de mucha sinceridad, y me dijo-: Quiero que comprendas una cosa, muchacho, y es que no tengo nada que ver en todo esto. Si hubiese servido de algo habría protestado, pero no servía. Está el problema de mi propia carrera, está el problema de la debilidad de mi voz comparada con el grito poderoso de ciertos elementos privilegiados de la comunidad. ¿Hablo claro? -No, no hablaba claro, hermanos, pero yo asentí-. En todo esto hay problemas éticos muy complicados -continuó el chaplino-. Hacen de ti un buen chico, 6655321. No volerás a tener ganas de cometer actos de violencia, ni ningún tipo de delitos contra la paz del Estado. Espero que lo hayas comprendido. Confío en que tendrás ideas absolutamente claras al respecto.
-Oh, me gustará ser bueno, señor -contesté, pero por dentro, hermanos, smecaba realmente joroschó. Dijo el chaplino:
-Algunas veces no es grato ser bueno pequeño 6655321. Ser bueno puede llegar a ser algo horrible. Y te lo digo sabiendo que quizá te parezca una afirmación muy contradictoria. Sé que esto me costará muchas noches de insomnio. ¿Qué quiere Dios? ¿El bien o el que uno elija el camino del bien? Quizás el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aquel a quien se le impone el bien. Son problemas profundos y difíciles, pequeño 6655321. Pero lo único que deseo decirte ahora es esto: si en algún momento del futuro evocas esta situación y me recuerdas, a mí, el más bajo y humilde servidor de Dios, te ruego que no me juzgues en tu corazón, ni creas de algñun modo que soy parte en eso que te estará ocurriendo. Y ahora, hablando de ruegos, advierto con tristeza que ya no servirá de mucho rogar por ti. Estás entrando en una región nueva, fuera del alcance de la plegaria. Una cosa terrible, si bien se mira. Y sin embargo, en cierto sentido, al aceptar que te priven de la capacidad de tomar una decisión ética, en cierto sentido realmente has elegido el bien. O por lo menos eso quisiera creer. Eso quisiera creer, Dios nos asista a todos, 6655321.
Fragmento de La naranja mecánica, 1962, por Anthony Burgess.
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19 de agosto de 2015
Inevitablemente
Morfeo
acecha entre las sombras, regurgitando entre dientes su sibilino canto sobre mi
ser. Sus arcanos vocablos acarician mis oídos y encienden la llama de mi subconsciente.
Enigmáticos recuerdos que no conozco acuden a mi mente en un absurdo e informe
baile, salpicando mi visión con parajes recónditos que no he visitado. Sus
largos y afilados dedos se deslizan sobre mi espalda y manejan mi cabeza como
la de un vulgar títere; abren y cierran mis párpados a su voluntad con
invisibles hilos haciéndome creer que la salvación es posible, que me mantendré
cuerdo y no seré gobernado por las locuras del mundo onírico. Demenciales
quimeras tiran de mí hacia insondables abismos; lujuriosos delirios se abrazan
a mí y me impiden moverme. No puedo resistir. El abismo del sinsentido me
rodea. Antiguas almas que nunca debieron de existir danzan a mi alrededor
celebrando mi llegada al reino sin tiempo. La espiral de vesania da comienzo a
su chiflado infinito. De fondo, oigo las victoriosas carcajadas del señor de mi
nuevo reino. Otro día más, Morfeo ha resultado triunfante sobre mí…
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26 de marzo de 2015
Una mirada a la oscuridad
La siguiente cita corresponde al epílogo de la novela semi autobiográfica A Scanner Darkly, escrita por el maestro Philip K. Dick en 1977. La obra se sitúa en un futuro distópico y retrata el consumo de drogas, tanto recreativa como abusivamente, reflexionando sobre el mismo y sus consecuencias. Esta nota final no desvela nada de la novela, simplemente hace una reflexión -e invita a reflexionar- sobre su vida y la de sus amigos, muertos o no, que fueron víctimas de adicciones terribles, y cómo llegaron a esa situación.
También hay una adaptación cinematográfica dirigida por Richard Linklater, la cual recomiendo encarecidamente. Saludos.
Esta novela se ha referido a varias personas que sufrieron un castigo excesivo por lo que habían hecho. Deseaban gozar de la vida, pero eran como niños jugando en la calle. Veían a sus amigos morir uno tras otro —atropellados, mutilados, destruidos—, pero ellos seguían jugando. Todos nosotros fuimos realmente felices durante algún tiempo, por más terriblemente breve que fuera. El posterior castigo superó todo lo imaginable: no podíamos creerlo por mucho que lo viéramos. Por ejemplo, mientras redactaba esta nota me enteré del suicidio de la persona en que estaba basado el personaje ficticio de Jerry Fabin. Un amigo mío, que luego me sirvió de modelo para describir a Ernie Luckman, murió antes de que empezara la novela. Yo también fui, durante algún tiempo, uno de estos niños que juegan en la calle. Intenté, como todos los demás, jugar en vez de crecer. Y recibí mi castigo. Soy una de las personas que aparecen en la lista que leerán casi al final de la nota, una relación de los individuos a quienes está dedicada esta novela y del estado en que quedaron.
El mal uso de la droga no es una enfermedad, sino una decisión similar a la de apartarse frente a un coche que se nos echa encima. Podría afirmarse que no es una enfermedad, sino un error de juicio. Cuando mucha gente empieza a cometer tal fallo, se trata de un error social, un modo de vida. El lema de este modo de vida particular es «Sé feliz ahora porque mañana te morirás.» Pero la muerte acontece casi instantáneamente y de la felicidad sólo queda el recuerdo. Por lo tanto, no hay otra cosa más que una aceleración, una intensificación de la existencia humana normal. La única diferencia es que este tipo de vida se desarrolla más velozmente que el ordinario. Tiene lugar en días, semanas o meses en lugar de años. Tomad el dinero contante y sonante y no os preocupéis por los intereses, como afirmara Villon en 1460. Un criterio erróneo cuando el metálico asciende a diez centavos y el interés es por toda una vida.
No hay ninguna moraleja en esta novela. Ni tampoco se trata de una visión burguesa, ya que no se afirma que los personajes cometieran el fallo de jugar cuando deberían haber estado trabajando duramente. La novela sólo explica cuáles fueron las consecuencias. En la tragedia griega, la sociedad empezó a descubrir la ciencia, o dicho de otro modo, la ley de la causalidad. Aquí, en esta novela, existe una Némesis. No una diosa del destino, porque ninguno de nosotros tuvo opción a dejar de jugar en la calle, sino, como reflejo en mi relato, extraído de lo más profundo de mi vida y de mi corazón, una Némesis terrible para aquellos que quisieron seguir jugando. No soy un personaje de esta no vela, soy la novela en sí. Como lo era todo nuestro país en esta época. Mi libro se refiere a más gente de la que yo conocí en persona, a algunos individuos cuya suerte todos pudimos conocer a través de los periódicos. Optamos por perder el tiempo con nuestros camaradas, por decir y hacer tonterías mientras grabábamos discos. Y esa fue la peor decisión que se tomó en la década de los sesenta, tanto dentro como fuera del establishment. La naturaleza nos reprimió con drásticas medidas. Hechos espantosos nos obligaron a detenernos. El «pecado» de estas personas, si es que puede hablarse de pecado, consistió en querer vivir bien siempre, y fueron castigados por ello. Pero creo, como ya he dicho al principio, que quizás el castigo fue excesivo, y prefiero considerarlo, a la manera griega o de un modo moralmente neutral, como pura ciencia, como una determinista e imparcial relación causa-efecto. Los amaba a todos. Y esta es la lista. A todos los quise y a todos les dedico ahora mi cariño:
A Gaylene, fallecida
A Ray, fallecido
A Francy, psicosis permanente
A Kathy, lesión cerebral permanente
A Jim, fallecido
A Val, lesión cerebral masiva y permanente
A Nancy, psicosis permanente
A Joanne, lesión cerebral permanente
A Maren, fallecida
A Nick, fallecido
A Terry, fallecido
A Dennis, fallecido
A Phil, lesión pancreática permanente
A Sue, lesión vascular permanente
A Jerri, psicosis permanente y lesión vascular
...y un largo etcétera.
In memoriam. Fueron mis camaradas, los mejores que he tenido. Permanecen en mi recuerdo, y el enemigo nunca será olvidado. El «enemigo» fue el error que cometieron jugando. Dejadles que vuelvan a jugar, de algún otro modo, y permitidles que sean felices.
También hay una adaptación cinematográfica dirigida por Richard Linklater, la cual recomiendo encarecidamente. Saludos.
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23 de marzo de 2015
El muelle
El siguiente video pertenece a la obra maestra La Jetée, un corto de unos 26 minutos dirigido por el francés Chris Marker, que fue la inspiración directa para la película 12 Monos -concretamente, 12 Monos es un remake de este corto-. No voy a contar mucho sobre el argumento ya que dura demasiado poco, solamente mencionar que trata sobre viajes en el tiempo con el fin de salvar a la humanidad tras la devastación de una guerra nuclear. Debo destacar que el corto no consiste en una grabación filmada, sino en fotografías que se nos van mostrando a medida que el narrador cuenta su historia apoyado por una magnífica banda sonora. Lo que al principio puede parecer aburrido acaba terminando enganchando y deseando que dure más. Disfruta.
Dato: La productora de este corto -Argos Films- es la misma que la de La planète sauvage, película de animación que ya mostré en otra entrada.
Dato: La productora de este corto -Argos Films- es la misma que la de La planète sauvage, película de animación que ya mostré en otra entrada.
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24 de febrero de 2015
El planeta salvaje
Hoy traigo un video con una película completa que vi hace poco y que me sorprendió enormemente; de lo mejor que he visto en mucho tiempo.
Su nombre es La planète sauvage y trata, en líneas generales, de la lucha entre los Draag, una raza alienígena, y los Om, sus mascotas -que a pesar de su nombre son seres humanos-, todo ello bajo una estética totalmente surrealista, que en ciertos momentos se asemeja a Dalí, dentro del ámbito de la ciencia ficción. El estilo de dibujo recuerda mucho al de los Humanoides Asociados -de hecho, son de la misma época que la obra: en 1973 se hizo la película y en 1974 la mítica agrupación de historietistas- y combinado con la extraña animación, paradójicamente estática en cierto modo, a veces da la impresión de que estás leyendo la Metal Hurlant.
Disfruta.
Su nombre es La planète sauvage y trata, en líneas generales, de la lucha entre los Draag, una raza alienígena, y los Om, sus mascotas -que a pesar de su nombre son seres humanos-, todo ello bajo una estética totalmente surrealista, que en ciertos momentos se asemeja a Dalí, dentro del ámbito de la ciencia ficción. El estilo de dibujo recuerda mucho al de los Humanoides Asociados -de hecho, son de la misma época que la obra: en 1973 se hizo la película y en 1974 la mítica agrupación de historietistas- y combinado con la extraña animación, paradójicamente estática en cierto modo, a veces da la impresión de que estás leyendo la Metal Hurlant.
Disfruta.
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18 de febrero de 2015
Fuego fatuo
Una invasión de soles
toma posiciones irreversibles;
la pupila se acomoda a las torturas,
a los espectros opacos que ocultan,
bajo su luz ordenada y sin sombras,
la nueva masacre,
el nuevo alimento para los focos
cegadores
que encienden en nombre de la Historia.
Luis Eduardo Aute.
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19 de enero de 2015
Making of a cyborg
El siguiente video corresponde a la intro de la magnífica película de anime cyberpunk Ghost In The Shell, película que ha sido fuente de grandes obras de ciencia ficción como Matrix y que, al parecer, va a ser rodada con actores en breve (de hecho Scarlett Johansson será la protagonista). La animación del vídeo, cargada de simbolismos, va acompañada del potente tema Making of a cyborg, aquél que caracteriza a esta película. Si ya has visto la película podrás comprobrar que, aunque a priori parece una animación fútil, está totalmente relacionada con el desarrollo del film. Disfruta.
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4 de enero de 2015
24 de diciembre de 2014
14 de diciembre de 2014
Hijo del odio
Mientras robaba comida del huerto de
algún desgraciado, sintió una presencia a su espalda, seguida de un terrible
hedor que le perforaba sus pequeños pulmones como perfora una barrena la madera
podrida; resultaba tan repugnante que habría preferido ser torturado lenta y brutalmente
hasta morir. Al girarse, descubrió a la nauseabunda criatura plantada delante
de él, extendiendo la putrefacción a su alrededor allí donde alcanzaban sus
corruptos tentáculos.
No podría describirse con precisión su
aspecto físico, ya que su cuerpo no parecía seguir ninguna ley euclidiana; era
imposible observar a la criatura sin sentir que el cielo y el propio
firmamento, con todas sus estrellas y planetas, caían con aplomo sobre uno
mismo como lo haría una pesada bota sobre una miserable e insignificante babosa.
Poco puede decirse más allá de que estaba constituida por una absurda masa
informe, más negra que el alquitrán y más oscura que los confines del universo,
a la cual llegaban sus innumerables y repulsivas extremidades, inquietas como
cientos de lombrices confinadas sin escapatoria en un terrario, que contenían,
a su vez, un millar de ojos vacíos e inexpresivos, aparentemente exentos de
vida.
El desdichado ladronzuelo se retorció de
dolor, afligido por la mera visión de la abyecta criatura. Daba la impresión de
que el ente no era tangible, sino que estaba formado por un infame sentimiento:
una especie de mezcla de pura agonía, crueldad y odio, algo que no era
descriptible mediante ningún idioma humano. Este hecho emponzoñó el corazón del
patético observador forzándole a vomitar una y otra vez hasta que no le quedó
nada dentro, hasta que sintió que unas etéreas y gigantescas manos le
estrujaban sus órganos como si escurrieran una fregona sucia. Los ojos, inyectados
en sangre, tenían vida propia, deseosos de escaparse de sus órbitas a causa del
terrible sufrimiento. Su boca, retorcida formando una grotesca mueca, parecía
pretender dar paso libre al alma de su propietario, impaciente por desocupar su
fútil y agónica carcasa.
Entretanto, recordó sorprendido,
mientras gimoteaba en el suelo implorando clemencia a un inexistente dios, las
caras de todos aquellos a los que torturaron hasta arrancarles vil y
satisfactoriamente su último suspiro, él y el resto de sus compañeros. Comprendió
que el inenarrable tormento que estaba padeciendo se debía a aquellos perversos
rituales en los que trató, con éxito, de conseguir la longevidad eterna que
tanto anheló y que tanto dolor causó. Se dio cuenta de ello, precisamente, por
la repentina aparición de esos recuerdos que había enterrado hacía tanto tiempo
en lo más recóndito de su mente. Intentó huir de la insoportable situación en
la que se encontraba refugiándose en ellos, dejando vagar su conciencia por el desconocido
dominio de la memoria.
Recordó cómo planearon los
sanguinolentos rituales tras encontrar aquel libro maldito, cegados por la
ambición de una existencia inmortal; cómo se bañaron entre las vísceras de sus
mutiladas víctimas, engullendo sus almas y glorificando a una entidad desconocida para ellos de la forma descrita
en el pérfido manuscrito; cómo alcanzó aquel éxtasis sobrenatural que le
concedería su más anhelado deseo, tras devorar las espinas dorsales de sus
propios compañeros que le habían ayudado en tan temible hazaña.
Pese
a todo, su mediocre treta se vio interrumpida casi al instante por una enfermiza
y aterradora serie de ruidos que retumbaba dentro de su cabeza, acuchillándole
los sangrantes oídos a medida que los sonidos emergían de la grotesca criatura.
La poca cordura que le restaba fue suficiente para reconocer entre sus propios
gemidos los fonemas que conformaban aquel espantoso idioma, el mismo idioma que
componía el libro maldito. Debido a su escaso conocimiento, el agónico oyente sólo
entendió algunas palabras:
- Guði
þú ka’nggo
eternamente ɔl-árám’átaŋi. Komið ɛkɨ-a-tɨltɨ́l en
tu dios Gnth'äpok ögw’ụg:wụ
fin n-kɨbäínoi días ɛn’kɨbá. Będ’ziesz ɔl-áɨ́tɔ́bɨ́raŋi hijo să
odio.
Aunque, en principio, lo poco que
consiguió descifrar carecía de sentido, el mensaje comenzó rápidamente a cobrar
forma en su cabeza. Cuando comprendió cuál iba a ser su inexorable destino, ya
era demasiado tarde para rogar clemencia –pese a lo banal que habría sido
suplicar indulto al dios del odio-, pues la encarnación de los sentimientos más
bajos y ruines se abalanzó sobre él en un movimiento imposible, absorbiendo
cada parte de su ser y haciéndole desaparecer como lo haría un mago con un
conejo en una chistera.
El dios Gnth'äpok emitió un estremecedor e indescriptible sonido a modo
de carcajada y, mientras se desvanecía de la escena dejando tras de sí un
escenario irremediablemente podrido, dos nuevos ojos se añadieron a los miles
alojados en sus asquerosos tentáculos...
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5 de diciembre de 2014
The External World
Increible corto que mejora y se hace más crítico a medida que avanza. Disfruta.
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1 de diciembre de 2014
Atrapado
Subyugado en la inocencia del absurdo.Y este es el tema que inspira semejante e involuntaria regurgitación, escrita de atrás a delante.
Retorcido y doblegado por sí mismo.
La escoria de su calaña era condenada a la cárcel dimetiltriptamínica.
-¿Por qué no termina esta agonía? –se preguntaba.
Sólo quería causar dolor.
Quería volver a su carcasa.
Y mientras tanto, el Tiempo seguía riéndose de él.
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14 de noviembre de 2014
Lluvia
Estación 40: Suhara (須原), de Hiroshige. Click para ampliar. |
La lluvia te puede enseñar una cosa. Cuando te sorprende un chaparrón repentino, intentas no mojarte y corres deprisa por el camino. Si, por el contrario, intentas deslizarte bajo los aleros de las casas y recurres a otros subterfugios así, te mojas igual. Si estás resuelto a mojarte desde el primer momento, no te quedarás perplejo, aunque acabes igual de empapado. Esta lección se puede aplicar a todo.
Fragmento del Hagakure, 1709-1716, por Yamamoto Tsunetomo.
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